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domingo, 30 de septiembre de 2018

Las ondas que se detuvieron en el tiempo.

Las ondas que se detuvieron en el tiempo.


Una mañana, inicio del otoño, aún no refresca en exceso antes de la salida del sol. Aunque con el avance del día y ante la escasez de viento y nubes el calor aumente, pantalón largo y botas, voy de exploración. Coordenadas en el GPS, Baterías cargadas, trípode, filtros, dron (aunque en este caso no fue conveniente usarlo...), agua... Primera parada, recoger a Juan, fotógrafo amigo que no se pierde una si se lo propongo.
 -¿Dónde vamos? 
-No se tio, tengo por esta zona varias posibilidades, no conozco ninguna, así que vamos literalmente a la aventura.
Tras no poder acceder a un par de lugares, optamos por probar suerte, desde el exterior parece derruido por completo, pero al comenzar a recorrerlo, la impresión primigenia da un giro de 180 grados, la ultima vez que exploré, no pude apenas entrar más que en un edificio de los que componían el complejo, aquí mucho de ellos estaban cerrados o con alto peligro para la integridad física, pero los que eran accesibles nos dejaron un gran sabor de boca. 
Recorrer el lugar como un niño pequeño, asombrándose con cada hallazgo, y a su vez sintiendo una melancolía, y una nostalgia transmitida por el esplendor del complejo vivida en una época pasada, época que no volverá, la tecnología avanza, unas nacen, y otras mueren cayendo en el olvido.

Acompáñame en este recorrido, que he fragmentado en varias entregas, para poder ir relatando mejor lo que en cada lugar pude vivir, sentir, reflejar, y tratar de transmitir mediante imágenes.





Exterior de uno de los edificios del complejo, cerrado a cal y canto, con un aspecto imponente no por su tamaño, si no por la imagen que me transmitía.



Manos rojas en la puerta... no es una imagen que evoque la paz y tranquilidad que nos rodeaba.



El complejo, o parte minúscula de el... 



Muchas veces no es necesario encontrar una muñeca descabezada al lado de un pentagrama y velas, la nostalgia se transmite e irradia muchas veces con el simple vacío y la total ausencia.


Una bancada de hormigón nos recibe al cruzar el umbral de la puerta.



Puertas cerradas que enmarcan un caos a través de la ausencia de sus cristales.



La parte inferior de los muros, ausente convertida en polvo por la humedad, nos gritaba desde su mudez que no penetrásemos en esa estancia.



Acumulación de envases, cartón desaparecido,contenido desconocido.



Cuando encuentras cerrada una puerta, no insistas, no rompas jamás ese sello.



La decadencia, luz de antaño, ya por siempre apagada, rodeada de un vacío silencioso que observa la degradación imparable de los materiales.




Tras esta puerta comenzará la siguiente entrada del blog...



Gracias por haberme acompañado, lect@r , como siempre ...te espero en la próxima publicación.



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