domingo, 25 de febrero de 2018

Una escuela atrapada en el tiempo.

Hace ya tiempo que visité el lugar, en una noche de septiembre, ya con la oscuridad cubriendo el monte. La luz de las linternas nos hizo vislumbrar la hermosura de este enclave perdido, en otro tiempo activo con multitud de estudiantes que estudiaban en unos caracteres desconocidos para nosotros, los occidentales. El tiempo y las nevadas han hecho sus estragos, parte del techo hundido y con peligro de desplome, es lo que ahora da la bienvenida a la parte superior. Donde el aula a la cual se accede por una escalera angosta con una pared de madera en su derecha, que delimita la entrada y el pasillo, espera aún a unos estudiantes, que, ahora, ya no se presentan a sus clases. La cocina aun amueblada, los radiadores para calentar junto con la chimenea las frías estancias en invierno, y los pupitres con sus asientos junto con material escolar es lo que aún puede encontrarse en este bello enclave perdido en la montaña.
Aledaño a la estructura principal se encuentra una caseta de aperos, en chapa galvanizada aún no corrompida por el oxido, lo que la data de una época más reciente. En su interior utiles de construccion, mesas de jardín y estructuras de andamio esperan volver a ser utilizados por quienes en su momento, decidieron colocarlos momentáneamente ahí.
Un paseo esquivando las puntiagudas púas de las zarzas y las rocas sueltas en el camino que merece la pena para aquel amante de los lugares atrapados en el tiempo cuya decadencia año a año se hace más visible.





Los carteles con las notas musicales traducidas a otro idioma nos dan la pista de la nacionalidad de los alumnos que ahí nutrían su conocimiento.



Nada más acceder el ambiente afuera soleado se convierte en una penumbra que abraza con su luz el salón principal, la librería vacía, la chimenea apagada y la subida angosta a la planta superior.



Los sofás del salón, comodidades que ahora simplemente ven pasar el tiempo y dejan asentarse sobre si el polvo.



La cocina en la planta baja con el mobiliario abierto, como si alguien hubiera rebuscado en su interior algún objeto aún utilizable.



El comienzo de la angosta subida a la planta superior....




La subida, la pared de madera de la derecha delimita el espacio, al girar el techo derruido impide el acceso fácil.




El aula, las ventanas sin vidrios y el techo derruido por las últimas nevadas, los pupitres y los asientos en madera aguantan la humedad y el frío de los inviernos, tres huecos bajo la mesa, tres alumnos por puesto.



Los asientos en bancadas para tres personas sin posabrazos que las delimitan y los pupitres aún esperan a los alumnos.



El exterior, una silla que comienza a ser atrapada por las zarzas en la entrada de la caseta de aperos de chapa.




En el interior se amontona mobiliario de jardín material de obra y estructuras para andamios seguramente jamás montados.




Detalle de los restos de la cadena que cerraban la puerta principal.

La entrada de otra caseta de aperos colindante, esta de piedra, mas acorde a las construcciones de la zona.



Otro encuadre diferente de la misma entrada, también en blanco y negro.




La edificación principal, está en excesivo mal estado como para ser accesible.




La escuela, y la edificación principal desde el terreno adyacente.




La belleza del edificio en un entorno privilegiado, la tranquilidad más absoluta para quien necesitaba estudiar aquí.



Detalle del cartel en ambos idiomas del edificio.

Espero os haya gustado el recorrido por la escuela, coloquialmente me la presentaron como "los Capuchinos", desconozco si eran ellos los que impartían las clases.... o mas bien es por el letrero que esta en la fachada con signos en otro idioma.

¡¡¡Os espero en la siguiente entrada!!!!

lunes, 19 de febrero de 2018

El pueblo muerto de la colina.


La subida al pueblo o lo que queda de él tras ser abandonado por su falta de servicios básicos es abrupta. La carretera no llega hasta su entrada como en otros lugares, es necesario coger un camino de tractores bajando en algún  tramo los pasajeros si los hay por temor a golpear los bajos del coche, hasta el comienzo de la pendiente que pese a su inclinación es hermosa de recorrer, y después subir a la loma en la cual se encuentra. Azotada por el viento en verano y cerca del conocido Tobes se halla esta singular localización, que pasa desapercibida en los mapas, pero conocida por las gentes de la zona. Cuando llegas la primera vez encuentras que no queda una sola edificación entera, los techos brillan por su ausencia y la maleza se ha adueñado de lo que antaño eran las calles, imaginar la vida allí teniendo que subir y bajar constantemente se hace difícil ya que hoy en día no concebimos nada sin un acceso en buenas condiciones, no hay atisbos de tendido eléctrico, así que en caso de haberlo su uso no fue muy extenso en el tiempo, el lugar se abandonó en el año 1975. 
Al subir lo que encontré primero fue la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de la cual queda exteriormente los muros que la delimitan, parte de la sacristía y en el interior una nave sin techo coronada en el fondo por una cruz hecha por dos listones de madera entrecruzados con cuerdas. A sus pies (y como podéis ver más adelante), una pequeña cajita con forma de ataúd  con una especie de muñeco o fetiche y unas flores de plástico, el sentido de la ofrenda o rito lo desconozco pero queda evidente que los lugares de culto una vez se abandonan son el escenario perfecto para gentes que los utilizan para otros fines más oscuros.
En esta ocasión y dado que las fotografías las realicé hace aproximadamente tres años he creído perfecto el blanco y negro, aunque en alguna va un toque de color. Disfrutad recorrido por uno de los pueblos, para mi, abandonados con más encanto y menos conocidos. 




El tejado de la iglesia hace mucho que se colapsó, las inclemencias azotan el recinto despiadadamente pero nos ofrece una imagen impactante, imaginar la belleza en su esplendor es un ejercicio obligado.



La cruz a sus pies las flores y a los pies de esta, el fetiche.





El autor observando el lugar, un paseo previo siempre es necesario.



De noche la oscuridad absorbe todo, el flash se hace necesario y la luz saca de las tinieblas las paredes de las edificaciones que aun están en pie.



De algunas viviendas lo único que queda es una de sus paredes, triste final para un lugar que albergo alegrías y tristezas.



La escuela del pueblo, hay que hacer busqueda en muchas ocasiones para saber cuales eran las edificaciones principales.



En la capilla cerca de la entrada a unos tres metros de esta y a uno y medio de la pared lateral se haya una excavación, en su interior... ¿Humano o animal depredado en la zona?



La entrada de una de las viviendas, imposible su acceso, el riesgo de derrumbe es demasiado grande, cuando acudas a un lugar así querido lector, un consejo, aprecia tu vida y usa el sentido común.



La maleza apenas en algunos tramos deja transitar con algo de comodidad las antiguas calles. Ese día el cielo nos acompañaba. Aún siendo agosto el calor no era sofocante.



Dos plantas, y completas ninguna de ellas, el clima hace estragos a las piedras unidas por el hombre abandonadas a su suerte



Una fachada realmente impresionante.Lástima que detrás de ella la nada se haya abierto paso.



Una puerta , o lo que queda de ella abierta dando paso únicamente a la maleza y zarzas que salen del interior del lugar que custodiaba.



Árboles muertos, delante de un pueblo marchito.



Un detalle del fetiche de la caja en forma de ataúd y de las flores.



La Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora desde el camino de ascensión al pueblo.




Los derrumbes en todas partes hacen inaccesible el interior, una lástima no poder pasear por sus recintos.



El autor, Raúl Barranco fotografiando la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora.



Espero hayáis disfrutado del recorrido.  ¡¡¡¡¡Os espero en la próxima entrada!!!!!!