sábado, 26 de agosto de 2017

La Marina, El sanatorio más icónico de Madrid. Primera parte.

Con la Marina tenía una espina clavada. Los carteles que pueblan el perímetro bajo multa de 301 euros hasta ahora me había tirador para atrás. Las historias de gente “pillada” en su interior pueblan los corrillos cuando se habla de este enclave, no se sabe si muchas veces es leyenda urbana o son casos reales. La leyenda de fenomenología anómala es también grande, desde supuestas  imágenes o psicofonías registradas por grupos o personas que se han aventurado a vivencias de testigos en primera persona.
Un día de Septiembre, entre semana nos aventuramos a visitarla, la sensación al estar al pie de la mole es sobrecogedora, accediendo con un poco de dificultad y teniendo mil ojos ante la posibilidad de que aparezca un transeúnte, que pueda avisar a los cuerpos de seguridad. 
Los pasillos alargados, que conservan en algunos lugares vestigios y documentación de su pasado. Los huecos de los ascensores sin puertas (con el peligro que conlleva), la capilla con el emblema en el suelo, o la búsqueda de su morgue, son experiencias que realmente hay que vivir. Es como un paseo evocando con la imaginación sus años de actividad.
El exterior con su amplio jardín y arboleda, y el edificio adyacente tampoco dejan de impresionarme. En su interior el viento corre a sus anchas, los sonidos de la actividad de las casas vecinas con el eco te dan más de un sobresalto, las palomas y demás especies de aves que pueblan sus tejados también contribuyen a un estado de alerta constante, que se acentúa aun más cuando todo se queda en silencio…


Comencemos....




Desde la planta baja son múltiples los accesos por la escalera para avanzar entre plantas, las pintadas y los desperfectos del vandalismo son evidentes pero la sensación al subirlas o bajarlas es de que hay algo que te sigue, que camina contigo, pero es la sugestión de tan icónico lugar.




Las terrazas muchas de ellas con restos de los toldos que una vez se usaron para mantener frescos a                                                                           los pacientes.



Los pasillos enormes están plagados de pintadas, muchas de ellas de índole "satánica" de la cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que han recorrido sus estancias y realizado botellones y fiestas en su                                                                                      interior.




El acceso a los quirófanos con su cartel aun visible te da la bienvenida a una de las áreas en las que más tensión se ha vivido del lugar.



Parte interior de la salita de recepción de la entrada lo poco que queda de ella.



Mostrador de recepción en la entrada principal de madera, debía ser hermoso e imponer cuando no estaba tan ajado por el tiempo. 



El ascensor, con las puertas abiertas, un auténtico peligro ya que en las plantas superiores las puertas que este aún conserva han desaparecido quedando solo una caida al vacio si no se lleva cuidado.




Uno de los armarios de las habitaciones de los pacientes, con cortinas para poder guardar enseres en el suelo hay orinales, cuñas, etc.


Placa en una pared.... 



Otro de los pasillos que comunican todo el hospital, la luz se cuela por sus ventanas y las sombras juegan con nuestra fantasía.



Una de las puertas de los ascensores intactas, de las escasas que hay, me gusta la referencia a the walking dead de una de sus pintadas 



Monta camillas. ¿Estara el infierno donde señala la flecha?


Hasta aquí la primera parte...
 ¡Espero me acompañes en la siguiente!


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